Tarde de estudio 1º Parte

Me gusta socializar. No… me encanta socializar, quedar con los amigos, quedar con gente, salir, dar una vuelta, ir a algún sitio, cualquier cosa antes que quedarse en casa (a no ser que haya planes interesantes en casa, que de esos… pocos). Por eso los días que tengo que quedarme en casa por cojones no me gustan nada y menos si es por estar enfermo en plan de estar todo el día metido en la cama, porque no puedo estarme quieto, y a la cama le veo mejores usos que estar reposando.

Pero vamos, que el día al que me refiero no estaba enfermo y no tuve que reposar en cama, lo que me tocaba era estudiar (que no sé que es peor), así que ahí estaba encerrado en mi habitación, con papeles por todas partes intentando que los temas se me quedaran en la cabeza, y cuando me estresaba pues desconectaba un rato escuchando música y echando un vistazo al Messenger a ver quien había por ahí.

En el Messenger no había casi nadie. Por no estar, no estaba ni el típico que siempre está conectado las 24 horas con el “No disponible” y que realmente solo está frente al ordenador diez minutos al día, pero le encuentra gustillo a dejarse el Messenger conectado.

Eso me puso aún de peor humor y me estreso más, porque pensé que si no había casi nadie allí en el Messenger es porque tendrían mejores cosas que hacer y en esos momentos estarían por ahí socializando y divirtiéndose mientras yo estaba encerrado entre cuatro paredes. Al menos me consolaba pensar que había otros, como mis compañeros de clase, que estarían en la misma situación que yo.

No suelo entrar muy a menudo en los chats, prefiero conocer gente en persona, me tira más el cara a cara, las miradas, la complicidad… Pero qué cojones, no había nadie en el Messenger, necesitaba desconectar del examen, estaba encerrado en casa y necesitaba socializar, así que me metí en el chat. La cosa estaba igual que como lo recordaba cuando había entrado otras veces, había gente de todo tipo: gente que busca sexo, gente desesperada por sexo, gente alarmantemente desesperada por sexo, gente que entraba para pasar el rato, gente muy rara, gente con gustos y fantasías muy raras y gente normal y maja (estos son más difíciles de encontrar, ni Dónde está Wally, eh?). Y como en esos momentos no buscaba sexo (no… no tenía fiebre), pues me tiraba más charlar un rato con alguien agradable.

La cosa es que un tío me abrió un privado y parecía un chico majo y divertido, que se aburría y había entrado a pasar el rato, aunque decía que si encontraba sexo pues mejor que mejor. El tío este me pareció interesante porque aunque buscara sexo si surgía, no era una prioridad existencial para él ni estaba dentro del grupo de los desesperadamente desesperados por sexo (que siempre me hacen desconfiar, una cosa es buscar sexo, que a mí me gusta como al que más, y otra es la desesperación).

Así que estuvimos charlando durante un rato y nos entretuvimos hasta que me acordé que yo estaba en casa porque supuestamente tenía que estudiar, así que me despedí de él, pero giró la conversación hacia el tema del sexo y claro, uno no es de piedra y le di un poco de coba a ver donde quedaba la cosa.

Me dijo que le encantaba follarse un buen culo y que ahora mismo lo que le gustaría es follarse el mío, así que ya me acabó por desconcentrar del todo de lo que estaba haciendo (¿qué era? Ah sí… estudiar… ). Y es que nos habíamos mandado fotos y el tío estaba más que potable, estaba para comérselo de arriba abajo y hacerle tres y cuatro favores, así que estaba más que justificado darse un descanso un poco más largo de lo previsto y salir de casa a respirar un poco de aire fresco… y lo que viniera…